Dolorosa derrota después de la victoria

El presidente Santos repite una y otra vez que las FFMM ganaron la guerra militar y que esa es la razón para que las Farc estén en la mesa de La Habana. En contraste, Timochenko, Márquez y otros de los voceros de esa organización terrorista lo desmienten todos los días. Si se analiza la información que se conoce sobre las negociaciones de paz, en materia de justicia transicional, se puede llegar a la conclusión que las Farc tienen razón. Claro que, otros días, depende de para que lado sople el viento, dice el Presidente que no se las podría derrotar ni en otros 50 años.

Recientemente escuchamos, de Luis Carlos Villegas, Ministro de Defensa, una inocente afirmación que es la demostración de su desconocimiento sobre la guerra subversiva, que contiene estrategias como la combinación de todas las formas de lucha: “La victoria en el campo de batalla no será un derrota jurídica para la Fuerza Pública”. Y posteriormente dice, mas o menos, “sobre la verdad se reconstruirá la reconciliación de los colombianos”. Veamos porque no es así.

En el gobierno del presidente Uribe, el ministro Camilo Ospina, acabó con el Fuero Militar y con la Justicia Penal Militar, al firmar un convenio con el fiscal Mario Iguarán, para que fuese la fiscalía quien investigara las bajas de guerrilleros producidas en combate, tarea esta que constitucionalmente correspondía a la justicia especializada para militares. Este es un hecho gravísimo. ¿Cómo un simple convenio administrativo podría cambiar la constitución? No, no la cambiaron, pero como si lo hubieran hecho, hicieron caso omiso de la existencia del Fuero y empezaron a juzgar a los militares en la justicia ordinaria, violando la constitución y las leyes descaradamente.

Pasado el tiempo, después de una persecución contra militares desatada desde la unidad de derechos humanos de la fiscalía, que aún no termina, apoyada en muchos casos por carteles que fabrican los testigos falsos y los procesos, como lo reconociera en alguna ocasión el Fiscal Montealegre, quien advirtió que perseguiría a esos carteles sin cuartel (no paso de ser un anuncio), el gobierno de Juan Manuel Santos decide reformar la constitución para reformular el Fuero Militar, argumentando que recuperaría este derecho para los Militares que están expuestos a inmensos riesgos jurídicos en razón de su misión.

Resulta curioso que, para esta reforma constitucional, el gobierno se demorara casi 4 años, lo que demuestra la poca importancia que le dan a las FFMM, cuando en lapsos mucho menores se aprobaron reformas constitucionales relámpago, para facilitar el otorgamiento de impunidad a las guerrillas y, como ya es habitual, en nombre del proceso de paz, que tanto preocupa a muchos colombianos, precisamente porque se están discutiendo y materializando cambios exigidos por la guerrilla que el presidente Santos juró jamás se producirían.

Curiosamente José Miguel Vivanco, de Human Rights Watch, se manifestó de acuerdo con la reforma al Fuero que fue aprobada. Este hecho es por lo menos sospechoso o quizás un indicador que debería preocupar mucho a nuestros militares, pues esto indica que “ahí hay gato encerrado”. Los militares activos no se atreven a mencionar la trampa mortal que está en camino. Hay sutilezas en el nuevo fuero, que nuevamente deja a los militares a merced de la justicia ordinaria.

Pero esta última reforma parece constituirse la mayor de las burlas para nuestros militares a raíz de los diálogos de La Habana. Dejarán, nuevamente, sin Fuero a los militares, al igualarlos con las Farc y pretender que sean juzgados por un Tribunal Especial de Justicia Transicional. Macabra institución, que creímos se planeaba para juzgar a las Farc y parece que es para juzgar al resto de los colombianos, especialmente militares y políticos molestos, en la cual los “magistrados” serán nombrados por el gobierno y por las Farc, en forma paritaria, y que, como la cereza que corona el postre, tendrá unos magistrados extranjeros, no nos sorprendería que, personajes oscuros como el ex-juez español Baltazar Garzón, sancionado en su país por corrupción, terminaran en ese tribunal.

En este Tribunal, que se nutrirá en mucho con la información que entregue la poco confiable Comisión de la Verdad, no solo desaparece el Fuero Militar, sino la presunción de inocencia y aquel derecho de todo ciudadano que dice que nadie esta obligado a declarar contra si mismo ni contra sus familiares. Aquí se invierten los valore y se invierten los principios. Los militares serán catalogados como “actores del conflicto”, según lo dicho sobre esta “novedosa” forma de justicia. Quien no confiese sus delitos y se le “comprueban” delitos más adelante, será condenado a pagar 20 años de cárcel. Ya hemos visto como hay algunas ONG expertas en la fabricación de los falsos testigos. Ahhhh, pero si confiesa sus “delitos” no será suficiente, a los militares les exigirán que deben “delatar” a sus superiores, como sucede hoy en la justicia ordinaria –que sigue juzgando a los militares a pesar de haber entrado en vigencia el nuevo Fuero-, aduciendo que su colaboración debe ser “eficaz”.

Así las cosas, las Fuerzas Militares pasarán de ser las fuerzas legítimas del Estado, a la categoría de “actores del conflicto” comparables con las Farc, pero discriminados de antemano o con menos derechos. Si las Farc confiesan sus muy conocidos delitos atroces, tendrán de 5 a 8 años de libertad vigilada para, posteriormente, cumplida su sanción, salir a hacer política. En contraste, los militares que confiesen sus supuestos “delitos” tendrán de 5 a 8 años de prisión entre los muros de un establecimiento penitenciario. Las Farc solo tendrán sanciones simbólicas por la comisión de delitos de lesa humanidad, mientras los militares acusados de “falsos positivos” no tendrán derecho a los beneficios de la justicia transicional. Entonces corrijo, a los militares no los igualarán con las Farc, estarán incluso, en una categoría inferior.

Pero atérrense queridos amigos, el narcotráfico, el secuestro y el terrorismo, serán considerados, para las Farc, como delitos conexos con el delito político y estas ofensas contra la humanidad, serán indultadas, enterrando adicionalmente la posibilidad de extradición.

Debo reiterar lo que he dicho muchas veces: los militares irán a la cárcel y los terroristas al poder. Esto mismo, o muy parecido, ya sucedió en Argentina, Chile y Uruguay, para no nombrar a la mayoría de los países del Cono Sur, pero para no ir muy lejos también en Colombia –recordemos el Palacio de Justicia-. Así que, señor Ministro, si se materializará la derrota política y jurídica después de haber obtenido la victoria militar. O quizás podríamos decir que así se cristaliza una nueva traición de Santos, esta vez contra nuestras queridas FFMM.


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