Revolución cultural

Quienes creen el cuentoo según el cual las Farc nacieron en un conflicto por unas gallinas y unos marranos, por allá en Marquetalia, en los años 60, no conocen la historia de Colombia y mucho menos la historia del comunismo en el mundo entero. El problema no se reduce a unas gallinas ni sus orígenes se cimientan en la pobreza.

Hay muchos ejemplos de países más pobres y desiguales que Colombia en los que no existen las guerrillas “liberadoras”. En nuestro país existe un fenómeno político importado o más bien implantado desde afuera. Stalin exportó a todo el mundo la revolución marxista y en ello, realmente, fracasó en lo que respecta a las Américas. Solo a Cuba le tocó esa desgracia que significó el triunfo de la “revolución” comunista, que lleva más de 50 años y lo convirtió en el país más pobre de América, quizás solo superado por Haití. Sin embargo, el resto de países de Latinoamérica hemos vivido un baño de sangre monstruoso y provocado, principalmente, por las guerrillas comunistas.

Desde los años 20, de Rusia, venían “dignatarios” y “diplomáticos” que asesoraban al naciente PCC (Partido Comunista Colombiano) en estrategias políticas subversivas y en la conformación de estructuras paralelas de agitadores. Hasta esa década, del siglo pasado, se remontan los orígenes de la violencia generada por el marxismo y sus engendros.

Claro que hoy, las FARC, nos quieren hacer creer versiones en las que afirman que no son ellos los responsables de la guerra en Colombia y endosando culpas pretenden que se juzgue a todos los estamentos de nuestra sociedad. Estrategia inteligente, por cierto, que llevará a nuestros “idiotas” dirigentes a aceptar cualquier exigencia en nombre de la paz. Ya Cesar Gaviria dijo, hace poco, “todos en la cama o todos en el suelo”, comprando esta idea como la única salida a tan sangrienta lucha para imponer un modelo comunista.

Al final, los políticos entregarán amnistías, perdones, curules y hasta sueldos a los guerrilleros, pero en aras de mostrarle al mundo que si hubo justicia, serán los militares los que paguen criminales por el delito de defender la democracia y la libertad. Desde ya hace varios años se vienen tejiendo teorías sobre violaciones de derechos humanos y muchas otras, que garantizarán la cárcel a muchísimos de nuestros héroes. Doloroso porque son las Fuerzas Militares más entrenadas del mundo en el respeto de los Derechos Humanos.

Lo más triste es que muy pocos de nuestros militares creen que aquí pueda pasar lo que ya vivieron los militares en Sur América, solo lo entienden cuando son llamados a acomodados juicios por una justicia politizada que logró abolir el Fuero Militar, en la década pasada, para lograr este objetivo. Pero por favor no se dejen confundir con la noticia de que acaban de aprobarlo. ¡No! Santos, Pinzón y el Congreso, se burlaron de los militares con la reforma constitucional aprobada recientemente.

Pero el triunfo del comunismo o sus variantes, que pronto gobernará en Colombia de manos de los populistas, socialistas o progresistas, no es de Stalin ni siquiera de Marx. El triunfo es de Antonio Gramsci después de más de 50 años de muerto. Gramsci, marxista hasta los tuétanos, reformuló la “revolución”, ya no se haría con las armas en la mano sino en forma silenciosa a través de una revolución cultural en la que se destruyera la familia, la religión, la milicia y en general los valores de la sociedad.

Muchísimos de estos síntomas saltan a la vista pero nadie los identifica. El “progresismo” no es otra cosa que esta misma “revolución”. Los “progresistas” se dicen promotores de los derechos humanos y del desarrollo, recordemos a la “Bogotá Humana”, pero sus prácticas conducen a debacles como las de Venezuela y varios países del subcontinente.

Movimientos como el de “La Teología de la Liberación” -al interior de la Iglesia-, el Foro de Sao Paulo –internacional comunista nacida a partir de la caída del Muro de Berlín-, el Socialismo del Siglo XXI –obra del Foro de Sao Paulo- o movimientos “progresistas” como el de Gustavo Petro, entre otras cosas, de manera coherente tergiversan los valores. Un ejemplo: condenan las corridas de toros mientras promueven el aborto.

El cambio del lenguaje, hace parte de la revolución cultural. Abogan por “la paz” con muchas incongruencias, sugieren que la paz es posible sin justicia. Perdón para los cabecillas de una organización terrorista pero cárcel para militares. Justicia transicional porque “no es posible” que “insurgentes” -léase libertadores- paguen cárcel. Porque, hoy en día, “así no se hace la paz”. “Dejación de armas” en vez de “entrega de armas” porque “nadie venció a la guerrilla” y tampoco es posible vencerla “ni en 20 años”, afirman.

Aborto a discreción, matrimonio gay, adopción por parte de parejas homosexuales, día sin carro, el gobierno de las minorías, etnias con mas derechos que el resto de los colombianos, consultas previas, derecho al vandalismo y al terrorismo sin castigo, narcotráfico a discreción, suspensión de fumigaciones, sacerdotes comunistas adoctrinando jóvenes para la “revolución”, etc., son apenas la punta del iceberg de lo que viene llegando. Una pequeña muestra del cambio cultural que degrada a la sociedad a favor de esta “revolución”, disfrazada de “progresismo”.

Gramsci lo dijo, muchos comunistas lo entendieron hace mas de 30 años y hoy están gobernando en Latinoamérica. Los idiotas de las Farc apenas lo entendieron hace unos pocos meses y, peor aún, el ELN aún ni se entera. Y claro, nuestros políticos y nuestros compatriotas, solo se enterarán cuando los neo populistas lleven gobernando varios años.


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