Santos cada día más Maduro
Evidentemente, la violencia desatada por Maduro, contra los colombianos que han migrado a Venezuela y que viven en los municipios fronterizos del hermano país, tiene un objetivo fundamental: ocultar una vez más, el fracaso del socialismo. Nicolás Maduro, conduce a Venezuela hacia un despeñadero y, tal parece, está desesperado. Sabe que si sigue tratando de simular que en su país hay democracia, tendrá un revés electoral estruendoso. El “estado de excepción” es el camino para suspender las elecciones, quizás en todo el país o por lo menos en aquellas zonas de frontera donde anteriormente tenía mayorías y las ha perdido.
En su loca carrera hacia el abismo de su sufrido pueblo, Maduro trata de culpar a otros de sus desgracias, claramente ocasionadas por la mal llamada “revolución bolivariana” o también conocida como “el socialismo del siglo XXI”. Son expertos, todos, en acusar a los demás de los delitos que ellos cometen de manera cotidiana. Son maestros en la mentira.
Engañan al pueblo con un discurso democrático para llegar al poder y posteriormente terminan convirtiendo la tan cacareada democracia en una dictadura. Lo más preocupante, es que Colombia parece seguir los pasos de Venezuela o mejor, Santos, con su estilo propio, sigue los pasos de Maduro. Lo diferencia está en que el socialismo del siglo XXI lleva en Venezuela desde 1998 y en Colombia apenas estamos en la etapa de implementación y el camarada Santos se quita la máscara por fases.
Hoy día somos testigos de excepción de un nuevo fracaso del socialismo en el continente. Es un fenómeno que se va degenerando a diferentes velocidades en en cada uno de los países. En Venezuela, con la crisis más avanzada, se agudiza cada día. La situación económica no da tregua al Dictador y por eso, ese hombre pintoresco de gran tamaño (lo podríamos comparar con un el elefante, gran tamaño y pequeño cerebro), ha desatado varias oleadas de violencia tratando de sostenerse en el poder y para ello, adicionalmente, exacerba el anticolombianismo en su país.
Deplorable que Santos, el pusilánime presidente de Colombia, no defienda a sus connacionales. Pero cuidado, no estoy pidiendo que vamos a una guerra. Hablo de medidas que se pueden aplicar cuando se agota la diplomacia. En este caso, el cierre de la frontera y la violencia desatada, no da espacio a conversaciones inocuas que no llevan a nada. Maduro no escucha razones pues está enajenado y desesperado.
Santos y su Canciller, han tolerado los atropellos contra el pueblo venezolano sin decir siquiera “esta boca es mía”. El presidente debe denunciar a Maduro ante la Corte Penal Internacional por las constantes violaciones de los derechos humanos en Venezuela. Entre ambos países ya no hay comercio formal y bien podría tomar medidas económicas o romper relaciones con un estado antidemocrático y abusivo. Santos también podría denunciar ante la comunidad internacional lo que pasa en Venezuela y hacer parte de aquel grupo de expresidentes y presidentes que están tratando de velar por la vida y los derechos de los presos políticos en ese país.
Llamó a consultas a su embajador, estoy seguro de no equivocarme, como una medida de distracción, igual a la orden que le da a la Canciller de citar a una reunión de cancilleres en UNASUR. De nada servirá esa reunión, pues aquel es un club dirigido por Maduro y en su seno, lo “convencerán” de que el venezolano tiene razón. Santos entregará una vez más su dignidad y la del pueblo colombiano.
Lo que si hace, con lujo de detalles, es polarizar al interior del país, acusando de guerreristas a quienes le exigimos que cumpla con su deber. Aunque, claro, le queda difícil criticar a sus amigos pues él pretende llegar a un puerto parecido. Ha cooptado la justicia, se ha desatado en Colombia la más grande ola de corrupción de la historia, pretende reemplazar al congreso por uno de bolsillo donde estarán sus amigos y las Farc, y finalmente cambiará la constitución a su antojo, al mejor estilo chavista.
Entre tanto, mientras los medios y todos los colombianos estamos en medio de la discusión él (Santos) lanza un nuevo globo: curules a dedo para las Farc. Pero como todos estamos distraídos con la frontera por esta vía viene otro gol a la democracia.